lunes, 29 de julio de 2013

"Canto juglería a mi amada esposa"

Os contaré una breve historia,
de una amada y su poder,
uno que sana heridas 
e hizo a cierto hombre desvanecer.

Hace unos cuantos silencios,
el tiempo bailaba entre los dos,
rogando eternos parajes,
caminando de espadas y son.
De plumas completas llameantes,
de fiebres terribles de ardor,
de sudores impactos tremendos,
preocupaciones de una amada 
una de esas sin comparación.

Hace suntuosos milenios,
de  perpetuos campañas,
de extensas nocturnas jornadas,
de tórridos desvelos al amparo,
al cuidado y al asedio, 
de eso ogro malvado,
de esa enfermedad bestial,
de tal augurio negado, que al hombre silente,
de divagaciones en el lecho, quería dañar,
la amada ferviente, la amada sonriente, bella estelar,
el espanto tenebroso de la almohada fue a arrancar,
y a tal éxito su empresa de cuidado fulgoró,
que siempre suyo a sus pies,
a tal hombre, el destino dejó.

A tales cuidados el hombre supo responder,
siendo de sus labranzas la sonrisa de su mujer,
cantos juglares vivió el hombre y alabó,
las manos santas, pulcras y divinas, que dios a su mujer regaló.



La canción de juglería, algo complicado, que sin ninguna experticia quise intentar. En honor a ti y todas las veces que me has dado vida. te amo María Teresa Valdés Silva, mi amor, mi esposa, mi mujer.