Qué razones tendría para no amarte,
qué razones podrían suplir tu ausencia,
qué razones podrían llenar los espacios,
las vivencias y la hambruna de la lejanía.
Qué sentido tendría la vida sin tu vida,
sin tu caricia alegre, sin un descanso,
sin sentir tu aroma entre mis dedos,
ese elixir mío de tu cuerpo.
Qué razón habría para nosotros,
distancias precisas es desazón,
el arte malo de extrañarte,
de verte lejos, lejos de mi alcance.
Qué explicación habría al no tenerte,
el sin sentido íntegro cobijando,
qué sentido habría sin tu beso,
esa dádiva rica y privada,
empero sufro sus anhelos,
de querer esa boca siempre rozando.
Hay mi Dios, que sentido habría sin mi alma,
que si tú la extirpas da lo mismo,
pues ella aún reside, duerme y corre,
en lo recóndito del espanto en propia calma,
unida al latido fulgurante,
de este amor eterno, firme y palpitante.
Te amo mi
amada esposa, mi linda Marité. Eres mi vida siempre.