miércoles, 22 de junio de 2011

Nacimiento

De una plaga mordaz,
de una vida seca,
embrollo perenne al infinito de allí he de provenir,
creyendo en mi existencia,
de los bajos sueños del vagabundo exiliado,
de los deseos insanos de una mente sofocada, de allí he de nacer,
de aquel sin fuego, sin vida, sin notoriedad.
De una ajena y pequeña herida provengo,
acaecido, adormilado, sudoroso y débil,
de cada una de las más bajas sensaciones provengo,
del desvalido y agotado clamor del hambre,
del sulfuroso vigor de una bacteria asesina,
de las yagas carcomidas y vacías del alma,
de las lágrimas rojas, es de allí donde provengo.
En una historia escrita en el color de la noche,
en el radical augurio de una vida sin retorno,
de los más hondos pesares maltrechos de algún abstracto,
del día inmortal en que Dios estuvo en cama,
de la no decisión, de la vida misma, de las páginas rotas
y arrancadas del abismo,
de allí, donde nada crece, donde nada vive,
donde nada azota, donde nada subsiste
de allí, de aquel rincón húmedo y putrefacto
es de allí, es de allí, donde provengo.

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