A pasos lentitos el camino,
de tu mano ferviente y cálida,
tocando tu alma al andar,
es suave el día intransigente.
Vida mía, mujer dueña,
serena de vientre y paisaje,
de movimientos lentos en tu diario,
de benditos ojos de ilusión,
de lindo rostro cual ángel,
hermosa estela del mío propio amor.
Mujer bella, mía propia,
como del latir que en mí generas,
como el ánimo tan urgente de tu abrazo
o de la necesidad que siempre he de ti,
mujer toda, dueña eterna,
que mis pensamientos te hablen,
que mis sentidos te anhelan,
que mi todo es para ti.
Mujer siempre, mujer soñada
soberana intacta de mis enmiendas,
tomada siempre a mi empeño,
conectada como el aire de un suspiro,
aferrada cariñosa a mis defectos,
comprensiva, latente y audaz,
ferviente utopía de estas ansias,
que en ti misma las ansias despiertas de
este ser,
del sereno acomplejado,
lo bueno, lo malo y todo lo demás,
movilizas todo cuanto vivo, diario empero
hasta llegar,
sonriente vibras el sendero, mujer sueña,
mujer amada, mujer mía,
de nadie más.
Para ti Marité. Para ti que eres mi esposa y has sabido comprenderme, apoyarme, respetarme y sobretodo amarme, te adoro completita y sabes que mi amor por ti es incondicional.
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