martes, 13 de noviembre de 2012

"Gotitas, gotitas, contentas"

Este cuento comienza por aquí, de esta manera con dos gotitas de mar, gotitas húmedas y contentas.
En aquel estrecho (tierral separado por una angosta faja de agua), en donde celestes y campantes las gotitas al continente querían llegar. Eran amigas, eran hermanas, copiosas copias perfiladas, exactas gotas una a la otra igual.
Pidiendo permiso y excusando la intromisión, por las otras tantas gotas debían pasar. Caminando, caminando, nadando y borbotando ambas gotas la tierra al fin podían divisar.
En un afán inexplicable a tierra firme pudieron llegar.
Y estando allí casi en el borde, el fuerte sol las intentó abrazar. - Señor sol, rey de los cielos, no nos quieras evaporar, que nuestra misión en esta vida es con la sed de un niño indefenso acabar - dijo una gotita. - No pretendo desaparecerlas, es mi idea prima y pura brindar calor, sin mis brazos fuertes y brillantes ni siquiera niños ni menos hombres habría para ayudar - dijo el sol muy serio.
Y las gotitas, sosteniéndose una a la otra avanzaron lentamente, hasta que ya al fin, un breve niño las encontró al pasar y las bebió con tanta elocuencia, con tanta ferocidad, que las gotitas sonrientes se sintieron felices, plenas y llenas, de la misión encomendada y la enmienda satisfecha.






Breve historia para mi bebé que en camino viene. A un mes y medio de nuestro primer abrazo dejo esto para ti, te amo mi pequeño Matías, te amo desde dentro y con todo el ser.

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