Nubes, nubosas flotantes de lluvias
agónicas,
huyan urgente de estas manos amadas,
huyan siempre de este beso universal,
huyan silentes y que nadie las oiga,
pues en el aire saliente de un universo
añejo,
los delirios salvajes y de las formas
completas,
de dos amantes, cómplices y más,
que arrullan presentes a distancias
siniestras,
los deseos locos de un instante o de dos,
germinan ardientes pasiones sensatas,
ávidas muestras y caricias sin rey.
Noche oscura fulgurante cabida,
alude a la vida y permite volar,
abrazos pegados y besos eternos,
de sujetos continuos, apasionados
andantes,
de lunas serenas y mares a son,
cometes pecado abyecta sincera,
observando en el acto esos cuerpos
gemidos,
unidos febriles, ansiosos silvestres,
de trémulos actos, de puro esplendor.
Vibran sus mundos, de humanas pasiones,
sin pretender siquiera la visión febril,
adicta, expectante, sensual y que brota,
traga la vida, sujeta este alma,
resuena en mi mente y comienza a sudar,
del ruidito sereno del tiempo presente,
el acto fututo y el momento a gritar,
de amor ejemplo, de pasión, en la sábanas
limpias,
de hacer nuestro cielo, tu altar.
Viste que el anterior el penúltimo. Te amo María Teresa Valdés Silva, pero muchísimo.
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