Aquellos besos sagaces,
aquella visión
generosa,
los recónditos elementos
de tu forma,
la censurada y
prohibida visión exterior,
la privacidad
cortante y enceguecedora,
la necesidad
imperiosa y el atavío volátil,
la voluptuosidad sin
par de aquel segundo,
cuando el gemido
fulminante de nuestras ansias,
forman la nube
espesa, reducida y próxima,
de un grito erguido y
un acto perfecto.
Aquel movimiento
danzante,
el compacto roce de
la piel,
la sedante y
sentenciosa fluidez de la vida
envuelta en llamas, en
sudor, a los dos,
sujetos adictos sin
decencia,
en el pulpito refugio
banco ser,
cavidad privada, esencia y única,
dominante deseo, de
miradas,
caricias, mordiscos y
un afán,
correr, gritar,
gemir, gozar,
abrazado a tu alma,
besado en tu amor
y clavado en tu
cuerpo.
Mi amor, no quiero ser más explícito, el resto queda entre nosotros. Te amo más y más María Teresa Valdés Silva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario