domingo, 16 de octubre de 2011

“Recónditos deseos mostrados”

Aquellos besos sagaces,
aquella visión generosa,
los recónditos elementos de tu forma,
la censurada y prohibida visión exterior,
la privacidad cortante y enceguecedora,
la necesidad imperiosa y el atavío volátil,
la voluptuosidad sin par de aquel segundo,
cuando el gemido fulminante de nuestras ansias,
forman la nube espesa, reducida y próxima,
de un grito erguido y un acto perfecto.
Aquel movimiento danzante,
el compacto roce de la piel,
la sedante y sentenciosa fluidez de la vida
envuelta en llamas, en sudor, a los dos,
sujetos adictos sin decencia,
en el pulpito refugio banco ser,
cavidad privada, esencia  y única,
dominante deseo, de miradas,
caricias, mordiscos y un afán,
correr, gritar, gemir, gozar,
abrazado a tu alma, besado en tu amor
y clavado en tu cuerpo.


Mi amor, no quiero ser más explícito, el resto queda entre nosotros. Te amo más y más María Teresa Valdés Silva.

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