miércoles, 26 de octubre de 2011

"Pintores y amor"

Un fondo brillante pintaba el pintor, roseaba colores y matices de uñas brutales, “una obra maestra”, podrían exclamar cientos, “una real y rotunda obra profunda con sentido abstracto y un modernismo explicito, que se palpa a simple vista”, podrían decir otros, “el perfecto calce de la brocha y el lienzo, unidos por el arte de los colores reunidos todos en una genuina expresividad”, dirían algunos, pero para él solo era un encargo uno de tantos otros, uno como cualquiera, tan sólo dedicaba su tiempo a ganarse la vida y el pan.

Pero uno de esos días, camino justamente a su labor, topó en el sendero con una hermosa damisela, soberbia visión que ni el más completo de los artistas de toda la historia podría imaginar, una angelical mujer que con una mirada y una sonrisa llevó a mundos alternos la mente y el alma del pintor.

Él extrañamente atraído por ella dejó todo cuanto llevaba en sus manos en el suelo y simplemente la siguió hasta su refugio en lo profundo de la sima de una montaña, paciente la miraba, observaba cada detalle de su figura, de la belleza sin par de su rostro y luego de verse entre sus brazos, casi embrujado por el aroma que emanaba de esa piel, tomó del bosque vecino una serie de materiales, urdió sus pinceles, sus colores  perfectos y en un trozo de tela lanzó y lanzó surcos, tan divinos que conmovieron en demasía a la mujer, quién enamorada al instante, no dejó que el pintor nunca en la vida abandonara sus días.




Otra forma narrativa de ver lo nuestro, me raptaste corporal y espiritualmente. Te amo María Teresa Valdés Silva.

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