Bastardos momentos,
retículos de días
hábiles y prestos,
secos períodos y
áridos reprimen,
del compás ajeno y
las muñecas celestes,
colapso vivido y
transistores obscenos,
obstáculos presentes
de ensoñaciones infantiles.
Montículo audaz,
precioso entorno, un
paisaje alimentado de ayer,
perdido en un
inmaculado
tejido de décadas
pasadas,
en cuanto al mar,
seco como el antiguo
Estigio,
confluente malvado y
precipitado destino,
de humanos, animales
y demonios.
Restituye los cielos
casuales,
las nubes en virus y
el asco en esperanza,
de sueños
presuntuosos,
banales cálidos y
tremendos,
una sorpresa, imagen
en llamas,
una invasión de
sentidos de un ciclo,
sin un hilo
conductor.
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