Hoy se siente lo atribulado,
lo dormido y lo desgastado del mundo.
El valor del agua y la invalidez del petróleo,
el costo inmune de los fármacos
y el desgaste de la calidad de vivir.
Hoy caen en un cúmulo de sensaciones los pecados el vecino
y los míos propios,
hoy se vienen a la mente las matanzas de ayer,
de los gringos y alemanes, de los chinos y los rusos,
del mundo entero desde Esparta hasta Obama.
Hoy se limitan las razones de una democracia falseada,
hoy los preceptos beneficiosos del género humano,
socorren a sí mismos tras el dólar o el euro,
en la movilidad de las calles,
y esas redes sociales, que demandan soledad.
Hoy se ciernen tensas las tribulaciones,
los olvidos y los vagos,
las putas y los hambrientos,
hoy se ciñen a sus ansias los mercados sistemáticos.
Hoy el mundo es una bruma,
un desespero y un ajeno,
un desorden, un caos, un grito en el cosmos,
un inútil sentido de vergüenza
y una carnicería salvaje de bárbaros.
Hoy se sienten los pecados de ayer,
de romanos, de cruzados, de católicos y paganos,
hoy se siente el peso de la conciencia colectiva,
hoy se cae el mundo a pedazos,
con profecías alegóricas y rituales insensatos.
Hoy duele el pecho por el hambre,
hoy duele el hambre por el pan,
hoy duelen serenos los niños en la calle
y mañana, ¿qué ha de ser mañana?
Y mañana el olvido hará vista gorda a los salvos
y los designios de nuestros propios pasos,
más que toda plegaría u oración,
acometerán sin solicitud
a los buenos, a los malos y a los peores.
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