viernes, 30 de septiembre de 2011

"Tu luminiscencia"

Luces totales, concretas y veraces,
estimaciones efímeras de vidas sin par,
del destello compacto,
de un trémulo volátil,
ayudas mi pan y cobijas mis miedos .
Luces borradas, estelares ingenuos,
caminos al mar de pasivas caricias,
tomas los cielos vagantes silencios,
desafías el hambre y reviertes el tiempo.
Con tus manos suaves y tu cabello celeste,
germinas anhelos que envuelven callados,
los deseos intensos, las pasiones vibrantes;
Luminiscencia perfecta de figura quimera,
utopía divina que dominas augurios,
que con tu todo tremendo,
provocas en mi sombra,
la salida concreta del mundo voráz.
Toma en tu abrazo este cobijo siniestro,
desaste de él tras estelas de piedra
y vierte en mis labios la primera mañana,
esa mirada pura que me hace nacer,
esa mirada pura que me hace vivir,
esa mirada pura que me hace amar.


Sentimientos que no acaban y que con cada beso, con cada abrazo, con cada caricia. Se reafirman y mantienen ese andar de felicidad. Te amo María Teresa Valdés Silva.

“Historias de fantasmas y de flores”


Es creciente su deseo, seguro y profundo, tanto que su propio cuerpo pierde simples momentos de control, se torna una masa incorpórea que solo espera el escape, el momento preciso de abrazar el aire que rodea sus sueños.
Era un fantasma, no una difuminada forma, sino algo que no podría describir.
Gritaba, gemía, sufría. Una soledad loca atormentaba su eternidad, amarrando esa existencia invisible e inexistente a una tragedia o dos sin par.
Había ya vivido su tiempo. Desterrado, exiliado, alejado y maldito, tan solo era su aliento el que le permitía incorporar cierta capacidad de presencia en este mundo nuestro.
Vagante un día, uno más, espejismos crueles de una condena sin juicio, paseaba esta ilusión viva por los contornos de un universo, una de esas tantas dimensiones que albergan las horas, que sin dar cuenta alguna logró llegar a rastras a un pequeño oasis, de los que jamás podrás encontrar en los mapas, no por que no existan, simplemente por que no se dejan ver y para encontrar un lugar perdido hay tan solo que dejarse ir. Aquel día, lastimero como los demás, la forma volátil percibió un aroma, mejor que cualquiera, intenso, dulce, profundo, tan perfecto que se perdió en su sueño y no quería jamás irse de allí, lo disfruto, lo gozo, saboreo profundas bocanadas por momentos gigantes sin pensar en nada que no fuese aquel jugoso instante, hasta que de pronto dejo de sentir, de oler, de gustar, de ser feliz. ¿Qué podía hacer ahora?, no quería vivir sin saber qué o quién era la fuente de tan adictivo elixir, pues fue entonces que el fantasma sin forma, prefirió más que vagar y ser infeliz, buscar la vertiente que le entregó tanto bienestar.
Errante, equívoco, incierto, sin conocer el rumbo de sus movimientos, que su pasmada ilusión lo llevó a consumir una vida entera intentando encontrar el origen de aquella fragancia y estando ya en sus últimos alientos, a punto de quebrarse y volver a su antiguo yo, que sin aviso previo logró distinguir una pequeña luz, pequeña pero poderosa, la que vertía en el espacio un espectro de colores tan o más maravillosos que el de cualquier nebulosa o más tal vez que millones de arcoíris. La siguió profusamente, sin pensar si quiera donde estaba parado, la siguió hasta que sus esfuerzos y ese exquisito aroma lo condujeron a una flor, una pequeña pero hermosa flor, de esas que ya no existen más que en los sueños de los niños.
Aquel elogio, único en su tipo si no en más la última de todas, al ver tan horripilante criatura acercarse a sus tierras no pretendió huida ni nada, simplemente lo recibió con una sonrisa, tan fulminante que el fantasma, ensimismado en un desespero inaudito, tomó forma, tomó vida, tomó ilusión y se convirtió en un hombre, que pasivo, tranquilo y feliz se cobijo en los pétalos brillantes de aquella hermosa visión.
El sujeto tras dormir varios siglos abrazado al deleitar que le generaba aquella preciosa criatura despertó, pero al abrir los ojos ya no era la flor la que lo cubría, si no el cabello perfecto de una bella princesa. Levanta tu andar y abraza mi cuerpo, pues en nosotros el cabizbajo mundo ya no es merecido sino más bien una vida que empieza y que juntos hemos de construir – le dijo, y el hombre, ya no fantasma, ya no espectro, ya no soledad, tomó en sus brazos a la bella princesa y se fueron juntos en el lecho de una nube, a vivir sus días y a hacer crecer su amor. 

 


Eres más que una bella flor, eres el equivalente a un jardín del que emana solo una idea compleja y bella. Para mi una ilusión, un deseo, un sueño, un hecho... en realidad todo. Te amo María Teresa Valdés Silva.


“Consejos temporales”


Tiempo cruel, ¿porqué te has detenido?
explica en sencillos conceptos la decisión que te ha vencido,
pues en tu andar contagioso y tu brutal detención,
la esperanza de mundos y el barullo creciente de mi contento,
ansían en desespero tu nuevo resucitar.
Te prohíbo ser paciente,
te ordeno corras presuroso,
no dejes en el ayer los deseos de mi alma,
que sean de ti el combustible,
alimenta tus fuerzas de las mías,
ya sea de día, de luna o de sol.
Amigo tiempo, sigue viviendo,
no determines el cataclismo de mi esencia,
consume de ella todo cuanto puedas,
pero regala a mi cielo el placer inmenso,
de tomar su mano y también ese de poderla besar.
Siendo tu el rey de mi destino,
tiempo querido, no frenes los momentos,
permite a este sujeto revivir de la agonía
y en tus manos ilusas, querido compañero,
encomiendo mi dicha entera,
esa de volar, sonreír, amar y ser monarca;
Abrazar de su pecho los latidos eternos
y asumir de tu carrera ese instante precioso,
pues en más y soy cristal,
de tu genuina existencia la mía propia ha de surgir,
consumido en la alegría y en las ambiciones sinceras,
de serenas mañanas y a su lado,
sonrisas sin par.


Esperaré siempre que el tiempo para poder volver a besar tus labios, sea el más mínimo de toda la historia. Te amo María Teresa Valdés Silva. Te amo inmensamente.

lunes, 26 de septiembre de 2011

“Tortura”

 
Sulfuro, veneno y una dosis de arsénico,
me alimento con balas,
duermo en el asfalto hirviente, camino descalzo
y atraganto mis sueños con vacío,
sumerjo en la esquina posible del tiempo
las vagas ideas que aún van sobrando.
Nada es vital, nada es trascendente, nada es imprescindible,
hasta la necesidad de un reclamo esta inerte.
Los caminos se cruzan y rompen,
las instancias precisas dejan de morir
y dan paso sonrientes a un sinfín de imposibilidades.
Te he dañado, te he roto el alma y más
y en la egoísta necesidad obligada de ti no he visto la falta,
no he percibido la congoja creciente y llameante,
he sido presa sin resistencia alguna
de las bondades del egoísmo,
he dañado el espíritu que en mí daba vida,
he maltratado con mi humanidad
la perfecta aura que recorre tu silueta,
he sido vano, inútil y pedante.
Pero mi castigo es extenso, mi castigo es inmenso,
mi castigo merecido es lo profundo de Coccitos
donde el calor desprolijo ha sido vencido
y las hondas bocanadas de frío,
sintetizan mis entrañas y ya hacen daño,
mi castigo es indigno fatal,
pero mi pecado, mi pecado no ha de tener más y peor nombre
que el del sujeto mismo que se atrevió a darle vida,
para dañar y destruir.

"Anónimo"

Ególatra empedernido, de una personalidad quebradiza.
¿Qué tanto vale el nombre en la vida de un niño?
Llàmeme, asìstame, enséñeme, corrija, apruebe o desapruebe, llene de espacios el espectro infinito de los días, pues de nada sirve tener una personalidad cuando el nombre, ese que identifica mi rostro y mi ser íntegro, solo es motivo de amnesia.
Que difíciles los días de infancia, algunos eran llamados por sus brillantes y sobresalientes designaciones completas, otros los más despreciados por sus apellidos, pero algunos, los que somos menos, por lo tanto éramos los que no vivíamos de lo que se percibía de notrosos, pasábamos totalmente de incógnitos.
"Oiga, joven", "Tú", "Él", tantos pronombres, tantos vocativos, tantos apodos, pero ningún significante que aluda siquiera a algún reflejo de quien soy.
Tantos días soportando el anonimato, tantos momentos despreciados y eludidos a la luz de una vida que no calza, que no se siente, que parece no existir o que sin más no está en ningún lado.
Tantos preciosos instantes de una vida larga, viviendo minuto a minuto el reflejo limpio de la ausencia propia.
A veces llegaba a pensar que simplemente yo mismo era la fantasía de alguien más, que solo era una ilusa creencia y que mi estado físico correspondía nada menos que a la locura de algún u otro sujeto con tiempo como para pensarme.
Otras veces creí que mi nombre era el sinónimo, o el equivalente a algo evidentetemente grotezco, que la sola pronunciación de éste equivalía a cadena perpetua o pena de muerte y que por aquel miedo justificado, las demás personas eludìan la responsabilidad de llamarme por como me llamaba.
Fue tanto el desprecio, fue tanto el olvido, fueron tantas veces las que no escuche mi nombre, que si ahora tú, simpático oyente, me preguntas por él, sinceramente no sabría qué ni cómo responder a tal interrogante.

domingo, 25 de septiembre de 2011

"Nuestros"

Hacer de ti lo más mío de mi,
hacer de ti cada vez que el tiempo vuele,
tenerte mía, mía y completamente mía,
una inconmensurable razón de vivir,
la paciencia futurista y los anhelos del pasados,
cada minuto ya vivido o por vivir,
hacerte mía.
Tomar y beber de tu cuerpo,
el dulce nectar del acto de amor,
del momento cúlmine en tus brazos,
apegado siempre y sin querer salir,
al aura magnífica del hecho de ser mía.
Comer de tu pasíon,
alimentar mis sueños y vivirlos,
tomado de tu mano,
recorriendo tu voz,
sonrojado por tu presencia
y al cariño de tus pasos,
ser más mía cada vez.
Sientes esto, sientes aquello,
sientes los designios del destino,
esos claros y pacientes llamados,
para que entiendas por completo que eres más mía que yo mismo de mi,
y que este placer inmedible, esta catarsis extrema,
recorre mi espina, mi mente y mi todo,
en el fin plausible de la realidad compleja,
la que me llama a buscarte y encontrar el punto,
que te haga más mía, cada vez más y profundamente mía.
Como yo soy de ti, por los siglos de los siglos,
tuyo y pacientemente tu de mi.



 
 Siempre nuestros María Teresa Valdés. Siempre yo de ti y tú de mi. Te amo.

"Expresión de una verdad"

Como quisiera ser la luz,
esa que baña abundante el resplandor de tu mirada,
como quisiera ser silencio
y acompañar mordaz los anhelos de tus sueños,
como quisiera ser viento
y balar dulces danzas a tu altura,
como quisiera ser un velo
y cubrir hoja a hoja 
cada camino limpio y puro de tu cuerpo,
como quisiera ser el ajeno espíritu
que vaga libre 
y asi poder sin más, ser protector, compañero y todo.
Como quisiera ser la dulzura añeja de los años,
esa que despierta pasiones
y prende las ansias,
como quisiera ser el fuego
y asficciar el mal augurio,
de las trampas, de los males,
como quisiera ser un todo
y profundo hundirme poco a poco,
en cada página de tu piel.
Como quisiera ser un beso,
un beso pequeño como quisiera
y asi poder sentir
aunque solo fuese por un momento impresente y acabado,
el sabor incomparable de tus labios,
beber de allí el veneno que da vida
y transformar mis días mismos en deseo,
deseo de ti, deseo de mi,
deseo de tu cama.


No hay verdad más grande que la que nace de nosotros mismos cuando nos amamos. No dejanos ir, simplemete por que la separación de nuestras esencias, nos hace tristes y solitarios. Te amo María Teresa Valdés Silva. 

"Deseo"

De los días lejanos
y la paz fragmentada,
de la esperanza naciente
y el brillo de tu rostro.
De aquella sensación ardiente que me recela tu cuerpo,
de la incertidumbre nerviosa
de acercarme a tus labios.
Me baño de ti, pasión mía,
me baño y colapso ante tus pies,
me envuelvo completo,
siempre en tu sueño,
en el re-encuentro completo
y el amor inmortal.
Tomo mis días, los sumerjo y los olvido,
contando las horas
las que inefables,
me hagan llegar a tropiezos y golpes,
al amparo sereno de tu seno
y el calor insondable que provoca en mi,
la sensación de este amor
y las ganas inagotables,
de caminar siempre junto a ti.

 No puedo más que agradecerte la felicidad que me has dado. Te amo María Teresa Valdés Silva. Te amo completa.

"Historia de humanos"

"Hoy me revelo, consciente y ajeno espíritu de esta carne, me revelo potente, firme y decidido, ensimismado en la idea simple, bondadosa y eterna de amarte y hacerte feliz".
Fue así que los cielos se abrieron y como un relámpago fugitivo, el semi-dios, más hombre que divino, tomó en sus manos las quebradizas esperanzas de unos pocos, para poder así con su sacrificio, rondar el Hades, el Bardo y el Infierno y jalar con sus alas hasta que callesen al suelo, las yagas inertes que fulguraban aquella prisión.
La opción, que nada pudo interrumpir, culminó con el héroe, más humano que dios, apagando sus últimas ansias en ese vuelo final, con las manos ensangrentadas, la espalda cansada y toda la historia de la humanidad a acuestas, salvó a su amada, la posó en el lecho, besó su frente y encaminó su ya poco enérgico andar hacia el exilio, uno del que el regreso ya no era previsible, simplemente porque en aquella última aventura, liberó a una bella y formidable mujer, de las garras malvadas de unas almas podridas y dejó en ese virulento lugar, toda la esperanza que acompañó su vida, por el simple hecho de revelarse y enagenadamente hacer brillar su amor.


Pequeña narración que encomienda sentidos y amores concretos. Te amo y esto nace de ti Marité. 

jueves, 15 de septiembre de 2011

"Confieso amar"

Los cariños plausibles y sencillos generan la efímera sensación de satisfacción, comparable a la estructura misma de un instante. Pero el profundo, arraigado y complejo sentimiento de amor, posee las almas y envuelve los cuerpos, fundiéndolos en una extrema y exquisita sensación de pertenencia, muy similar a la simple verdad que dice que cuando un hombre toca la piel de la mujer amada por un momento, un exiguo y perpetuo momento puede vislumbrar una vida de anhelos y sueños cumplidos, con solo tocar la punta de los dedos de la doncella amada.
Y de cuando en cuando, en la comprometida y afluente realidad del tiempo, la misma física se rompe, cuando logro sentir tus labios abrazados a los míos. Pues eres mi musa, mi alma y mi todo, como la mujer del cuento, como el deseo del poema, como la figura misma, de la inspiración que me mueve.
Pues en sí mismo, el estremecer y el remecimiento, son sinónimos perfectos para los días a tu lado, donde no existen las horas, donde no hay final, donde los momentos continuos son soplos perfectos de la sapiencia de los dos.


Lo confieso absolutamente. Te amo inmensamente María Teresa Valdés Silva.

"¿Cuánto te amo?"


Desde mis pies e incluso más hondo,
hasta el infinito celeste que encumbra el universo. 
Desde el big-bang 
hasta el eterno resplandor de tus sueños.
Desde que la luz nace 
hasta que se pierde el idilio.
Desde las caricias inéditas de una quimera alada 
hasta el profundo rincón del patio de Poseidón.
Desde la vida misma 
hasta el final de los bardos.
Desde el primer llanto de un niño 
hasta la última razón de su ser.

Te amo desde el resucitar de mi consciencia,
hasta cuando la pierdo al sentir tu piel,
te amo desde el cabizbajo mundo de antaño
hasta el brote profundo de la primavera en flor.
Te amo desde la sordera de mis manos 
hasta el filo inocente de mi amor,
desde que mis labios pronuncian tu nombre
hasta que mi memoria alberga presente,
la calidez de tu abrazo sin son.

Desde que los deseos fluyen
hasta que derrumban la voz inmortal.
Te amo con el alma, con la sed, con el sentido común y la locura compleja.
Te amo con el silencio que otorga y la razón para el no.
Te amo completa, en la voluntad de esa sonrisa,
hasta el respiro profundo que evoca, invariablemente,
el estremecimiento tremendo de toda mi simple existencia.


¿Te queda alguna duda? Te amo y es una verdad absoluta y total. María Teresa Valdés, eres toda para mi como yo soy todo para ti.

"Historia con fin"

Cogí la flor aquella entre mis ensangrentados dedos, era el último vestigio del Hades. Era roja, voluptuosa y olía a esperanza. 
¿Cuál es el aroma de la esperanza?, creo que ese mismo que arranca de tu piel, de tu piel cuando duermes. Un aroma pacífico, cariñoso, que recorre todo mi ser, lo baña y lo sumerge en el amplio espectro de las sensaciones. 
Debí subir y seguir luchando, amplias y demoníacas figuras me arrastraban de nuevo hacia el abismo, pero con la espada rota, las adargas consumidas y el escudo fragmentado, tan solo el recuerdo de aquel aroma, de aquel elemental y ansiado aroma me mantuvo en pie. Días, días eternos y sin descanso. Las puertas estaban lejanas, a veces ya casi no lograba divisar ni las majestuosas columnas que las acompañaban a sus costados,
¡El aroma de la esperanza recuerda!, cada instante volvían a mi mente aquellas palabras y una imagen las acompañaba, empujando mis fuerzas y permitiéndome ganar terreno.
Metro a metro, destrozando enemigos, con la piel ya rasgada por completo, tan solo corría con el afán único de sentir aquel elixir traspasar mis sentidos una última vez, aunque tuviese que volver a este inmundo sitio una vez más y por la eternidad.
Debía llevar aquella hermosa flor a tus manos, en un sueño me lo pediste y hacía debía ser.
Cuando por fin observe el resplandecer del sol, mis ánimos ya estaban acabados, me arrastraba la inercia, era solo ese deseo, ese simple deseo de sueños el me llevo a conseguirlo y cuando vi tu sonrisa, cuando pose en tus suaves manos el último pétalo de la deshojada rosa, pude respirar en tu seno la última bocanada de aire, con la eterna salvedad de aquel suspiro llevaba consigo tu aroma, aquel aroma a esperanza.


María Teresa Valdés Silva. Cada texto nace de ti y de todo lo que provocas en mi interior y siempre será necesario que lo sepas, día a día, por todas nuestras vidas. Te amo.

Carta a Don Quijote.

Estimado y queridísimo Señor Hidalgo.

He sabido por bocas audaces y muchas veces mal intencionadas, que en vuestras venturas por las tierras fértiles de nuestra querida España, ha sido víctima injustificada su persona, de una serie de agravios y ofensas, que vuestra elevadísima personalidad no debiese atender ni como asuntos vulgares, pero que en la bondad de vuestro enorme y valeroso corazón, has hecho cruzada tuya como esos galantes caballeros que con la espada, el escudo y el corcel, han derribado furiosos aquellos obstáculos, tan solo con el fin de levantar "aquestos" males de las desventuradas vidas de las víctimas de tales.
La misión de la enmienda que en vuestras manos reposa mientras revive en la tuya mente, simple es y de fácil entendimiento. Siendo el afán propio desde los días más tiernos de mi existencia, conocer a un Hidalgo que en las espaldas de un fuerte caballo, recorra nuestras tierras con el objetivo simple de hacer bondades y buena venturas a los desafortunados, es que acerco mis palabras a su excelentísima persona.
He oído, tras esos rumores que elevan los vientos, que tu antiguo escudero el Señor ya Don Sancho, gobierna feliz junto a su familia propia, la ínsula obtenida de toda tu majestuosidad, tras ardua batalla y sudor perenne, pues no siendo mi deseo ser dueño de tales tierras, solo escribo rogando lo que a continuación he de pedir.
He preparado mis ánimos, he dispuesto mis artes, he practicado la mesa y el buen beber tras la campaña y créome listo, hombre libre y dispuesto, para poder andar a vuestro costado, sirviendo de amigo y también de escudero, pues sé ya muy bien, que el cargar con la espada y aquel manto plateado, desgasta el cuerpo y por supuesto las almas y en mis favores está, serviros con la defensa. Pues es noble la causa y la cruzada grandiosa, de luchar con la espada, contra dragones y demonios, rescatar doncellas, salvar al oprimido y justificar con la lucha, una vida con vacío.
Así os digo gran caballero, que en toda jornada, a vuestro lado, siguiendo tus pasos y apoyando el objetivo.

Me ofrezco digno, servirte y respetarte.





"Una prueba."

miércoles, 14 de septiembre de 2011

“Trizas”

Miro desde mi lugar el techo y la cumbre,
intento atravesar el tiempo con mis dedos húmedos,
la mirada se escapó, el brillo aquel,
sonriente compañero de juegos agoniza,
la tortura explícita de los momentos transitorios sufre risas,
y es así como el aire cruje en mis entrañas.
Miro hacia arriba, una tierra que no es mía,
que fluye hacia el idilio dejando el rastro perdido.
Busco en el lodo, en el sufriente destino,
en la memoria de colapsos, en el resueno acabado,
en la esperanza desecha y el cobijado vientre.
Tomo en los hilos de la suerte el empleo y unos dados,
cojo en el hilo funesto de la insatisfacción
la voracidad compleja de un abrazo,
la opresión la acometo, la vislumbro,
siempre paciente, siempre expectante,
tras el retículo intenso de la esperanza
asomo el alma y la escondo mil veces,
como si el silbar limpio del aire,
tragara en sus rectas y fútiles entrañas
la pertenencia, la felicidad
y el ámbito más intrascendente de mis días,
como si el suspiro ajeno de sus labios;
retomara en el acto el número mil de mis plegarias,
como si el perfumado aliento de los sueños
sucumbiera al colapso etéreo de una muerte irreverente,
tomando mis dedos,
untándolos en sien,
rasgándolos, mordiéndolos, escupiéndolos
y dejándolos alzados como una bandera hecha trizas.

martes, 13 de septiembre de 2011

"Un breve recuerdo futuro"

         La noche estaba tibia, fluían en el acto mismo de la voluptuosidad, las mínimas instigaciones a los placeres eróticos de la inmensidad. Los amantes aunque distantes por la generosidad de la vida, ansiaban el uno al otro el aplauso violento de los cuerpos sudorosos y extasiados, jamás débiles, siempre fervorosos, codiciosos del calor del otro. Nada en el mundo haría que existiese una diferencia entre un centímetro y mil kilómetros, daba igual, cualquier lejanía, por amplia o cortés que fuese era semejante, idéntica, las ganas y el deseo inmenso que sentían el uno al otro los hacía sucumbir. Subyacentes en la atracción mutua, caminaban días, horas, eternos y levitantes momentos divagando etéreos en la figura del amado, de aquel sujeto que colmaba cada fibra de sus cuerpos, extrayendo toda la esencia y fundiéndola en los sueños, un amor más firme que el mayor de los deseos, un arraigado e inmortal sentimiento los movilizaba, los entregaba, los envolvía en la carencia de la piel, pero fuertes, cómplices, la desdicha de la distancia se transformó pronto en el jubilo del reencuentro, y nada en el mundo pudo empañar el momento del siguiente primer beso.


Como quisiera hacer de esta historia una realidad instantanea y volver a tus brazos ahora. Te amo muchísimo María Teresa Valdés Silva.

"Explicaciones o razones del porqué te amo"


“Primera explicación o razón del porqué te amo”

                Mientras aquel hombre paseaba cansado por el aire, pensaba imbuido en su mente, que la única razón por la que los cangrejos no vuelan es por que tienen los dedos de los pies retraídos hacia el ala izquierda, pero en cuanto se le ocurrió a aquella mente divagante el concepto del significante "ala", brotaron de él un sin número urgente de raíces de papel, a lo que el sujeto humeante de aquel significativo acontecimiento logró solo deducir que cuando los pensamientos vuelan hacia el mundo intrínseco de la anti-materia, las litosideritos del ambiente no son capaces de establecer contactos comunicativos con el exterior de la dimensión contigua, de ahí en cuando que los sueños de los hombres enamorados se traduzcan en la angustia que provoca la ausencia de la mujer que es musa de sus días. Sueños que pronto tomarán forma.

“Segunda explicación o razón del porqué te amo”

La interpretación toma como fundamento la percepción, pero cuando el sujeto cuestionado, o para bien cabo del vulgo “en cuestión”, toma proceso dentro del ámbito de la referencialidad concreta de los efectos de los hechos que se realizan y la sumisión de su voluntad, tanto a un nivel prosopográfico como etopéyico e incluso retratista, es consecutiva de los designios de lo que su alma considera una fuente perfecta de realización particular con el objeto de una concreción mutua de vida, tomando en consideración a la otra parte (variable) del fenómeno. Podemos decir sencillamente que aquel sujeto se encuentra bajo las alas o más bien envuelto en el manto de aquel concepto que todos denominamos amor, que tal vez para él no había significado mucho, pero que gracias al cambio en la percepción señalada anteriormente, su interpretación de los hechos y del contexto mismo se modifica obligatoriamente por la añoranza de la figura amada. Simple consecución.

“Tercera explicación o razón del porqué te amo”

Si un niño toma en sus manos un poco de lodo, lo amasa, lo moldea y le incrusta toda su imaginación al contorno, logra inequívocamente cualquier elemento perteneciente al mundo de sus fantasías. Entonces si un hombre toma a una mujer especial, la toca, la besa, la abraza, la cuida, la ama y si además le pone un poco de esfuerzo, ¿no sería extraño pensar que la haría feliz? Principio de Parsimonia .

“Cuarta explicación o razón del porqué te amo”

Cuando el aire entra en una nariz, atraviesa una humanidad y llega a unos pulmones cuando el sujeto amado esta lejos, es como si aquel simple acto quemara, como si se agotara la vida y alargaran más los días. Es como si la existencia misma volviese a ir hacia atrás y el tiempo se volviera viejo esperando el momento, para que ambos sujetos se expresaran nuevamente en vivo y en directo, esas palabras mágicas que los harán temblar. Una atracción compleja.

“Quinta explicación o razón del porqué te amo”

Pues cuando el sol entra lentamente por los páramos bríos y ajenos del contorno de tu mente, mi piel sonríe firme al alero tranquilo de tus dedos recorriendo mi ser y mi boca enlazada a la tuya. No es más que amor.
“Sexta explicación o razón del porqué te amo”

¿Cómo podría el viento velar y dejar quieto el fuego del mar? No hay más leyes que las que provee el sujeto mismo, tomando bajo consideración todos los exquisitos momentos que fluyen tras tus sábanas tibias y pacíficas. Pero si en algún momento del tiempo las nubes se detienen, bajan a la tierra, te abrazan con sus pétalos y te cubren de amor, yo volaré presuroso a dilucidar las ideas de los mundos platónicos bajo el azul contorno estelar de tu alma. Amor seguro.

“Séptima explicación o razón del porqué te amo”

Porque en el momento preciso en que los amantes troyanos sucumbieron ante las dagas y llamas, los deseos furtivos de un escape a tu ser invadieron la misma existencia mía que aún no hacía origen y entonces decidí, absolutamente convencido, que amarte a ti, sería tan solo el único momento que podría durar y alcanzar el infinito, confiado siempre en que la voluntad de los días, harían inmune al paso del sendero, la distancia añeja que jamás podrá con nosotros y los deseos malvados que huyen ante nuestros besos. Historias realmente sin fin.



Siete, una para cada día. Ni te imaginas cuánto te amo María Teresa Valdés Silva, espero ya lo sepas.

“Instantes preciosos”


Podría hablar de amores veloces,
de esos sumamente espontáneos,
de aquellos que nacen al dar a luz un instante.
 Podría hablar de las mil tonadas
que nacen ilusorias desde mi consciencia,
embobando mis mares y retrayendo mis peces.
Podría hablar cien veces de un fuego ajeno, volátil y drogado,
fuegos que en la piel susurran a borbotones
e intiman todo cuando fluye del sentido,
podría hablar de esas palabras amarradas,
que germinan en total abstracción
en el arte de tus manos,
y en el abismal fervor simple
de un grito que se ahoga,
que se observa plenamente libre,
como el último suspiro parido desde la vida.
Podría hablar de secretos, de amores acurrucados,
que se alimentan en recuerdos que aún no son,
que en las paredes obscuras y sinceras de tu alma,
las que aún sin conocer mas allá
son simples lindes y cantos de una vid eterna
que quiero para mi.
Podría hablar con la esencia,
con las sienes rotas pero intactas,
podría hablar con la piel, completa y dispuesta a ti,
podría cantar con el alma susurrando,
susurrando a viva voz
la profundidad inmedible
del complejo estado concreto de mi alma,
que dice y vive,
a ti lista este amor intacto,
germinante, que abarca mares
y cubre cielos,
al amaparo tierno de tu mirar y tus caricias.


Cada momento a tu lado lo aprecio con cada fibra de mi ser. María Teresa Valdés Silva te adoro.



sábado, 10 de septiembre de 2011

"Historias de niños para gente de hoy"

     Habían días en que el caracol simplemente esperaba pasivo al amparo del buen señor sol, esperaba que las horas pasaran, atragantado en ideas de mundos ausentes, sonriente algunos días, cabizbajo la mayoría del tiempo, pues su pesado caparazón le impedía moverse libremente, pero tampoco quería dejarlo, "me protege" siempre decía, "me cuida, es mi escape, mi huida, mi sencillo escondite, es una carga pesada, pero sin él jamás podría sobrevivir" y así seguía tranquilo esperando.
      Un día, cuando agotado, lentamente intentaba alcanzar un poco de sombra, lentamente veía que el sol hacía bailar aquel refugio impidiéndole acercarse, cuando de pronto una tierna y simpática caracolita, apareció a su lado sonriente, brillaba como el primer rayo del día más claro de primavera, brillaba tanto que su incandescencia emana libre desde su mirada y desde su sonrisa. Se acerco al intranquilo caracol - hola, ¿puedo ayudarte en algo? - le dijo, el caracol algo intrigado y un tanto asustado solo siguió tratando de alcanzar el claro que brindaba el árbol, seguía arrastrándose cansado, tenue, pero aquella caracolita alegre, sin querer interrumpir la procesión del sujeto, simplemente se limito a caminar a su lado. El crustáceo al ver la compañía brindada por la caracolita, se esforzó y se esforzó cada vez más, no por escapar de ella sino por alcanzar la figura de la sombra que ahora, no era un refugio, se había transformado en el objetivo, en la meta, en un pequeño sueño que los uniría de por vida. 
       Pues las historias que son contadas requieren siempre de un fin particular y para el caso de esta pequeña narración, lo importante siempre fue la compañía que desde aquel día la caracolita le entregó voluntariosamente a aquel caracol, quien se transformó instantáneamente en el cómplice perfecto para todas sus aventuras.


Caracoles, tú y solo tú me entiende. Te amo María Teresa Valdés Silva.

jueves, 8 de septiembre de 2011

"Placeres Tangibles"

No gusto cuando callas, 
por que inevitablemente te requiero presente,
y las sandalias de tu espíritu 
llaman firmes mi ansias.

No me gustas cuando bailas,
si no es sobre mi pecho anudado,
tomando en cuenta mi mano en tu cintura
y mis labios recorriendo tu andar.

No me gustas alejada
pues de la vida de tu piel,
completa esencia relativa a mis manos,
los anhelos del espíritu divulgan alegres
el dominio eterno de aquel cuerpo de mi.

No me gustas cuando callas
porque espero oírte,
tomando la vida en tu sudor y en el mío,
rasgando la piel que muerdes y amas,
no me gustas si no gimes y agradeces mi tacto,
supliendo al mundo por compartir el deseo,
alabando el alma que amamos del otro.

Me gustas cuando gritas
pues tu placer no es abstracto,
tangible y puro, furioso y excitado,
y en aquel momento precioso
el amor fluye, por el mundo complejo
y en la fragilidad de nuestros labios.


Tu voz hace que mi alma y mi cuerpo vibren como una eterna sinfonía. Te adoro completita María Teresa Valdés Silva

Micro-cuento de amor.

Y el hombre, cuán imperfecto y horrenda figura, tomó entre sus brazos la perfecta unidad de átomos que conformaban la silueta de la joven, la apretó contra sí y en ese instante, cuando el silencio mismo rogaba acallarse y los pasos de la nada habían cesado, que con la unión profunda y perfecta de sus cálidos labios, el fin del mundo pasó a ser simplemente una vieja historia.




El momento cuando siento tus labios y tu cuerpo unidos a mi, el momento de mayor perfección. Te amo tanto María Teresa Valdés Silva, que solo quiero estar ahí, a tu lado siempre.

lunes, 5 de septiembre de 2011

“Amantes”


Momentos reflectantes,
sempiternos adornos de una dicha que emerge,
de los destellos audaces que generan en mi,
en mi cuerpo y en mi alma
el sabor latente de un beso de esos tuyos,
de una caricia de tu piel,
sentidos perdidos y encontrados,
elaborados elementos de ternura y fotografía.
Elevas mi ser, elevas mi todo,
contribuyes a las ansias y a la risa,
retornas tras tus manos la alegría perdida,
serenas los sueños y el descaro de esta conciencia.
Haz tomado de mis entrañas aquel vacío complejo,
lo haz abrazado, besado y amado,
convirtiéndolo gratis en la ilusión misma,
ilusión de diamante, ilusión de antaño,
de hoy y mañana, de reyes alegres,
sujetos íntegros de papel, de papel y cartón bordado.
Das a mi andar el alma adormecida,
el huérfano sentimiento de un sólido roquerio,
olvidado de llanto, aliviado de dolor,
cubierto al fin de un concepto desterrado,
retorcido, oxidado, eterno a tu amable mirada,
sereno a tu dulce sonrisa, a la calidez de tu cuerpo,
a la cercanía lozana que emana de la unión de nuestros todos,
de nuestras nadas,
de las ilusiones presentes
y los sueños por crear.
Germinas en mis yagas la idea estricta,
 fija e invariable,
la idea inmutable e inamovible,
la idea concreta, fruto cierto de amarte,
el efecto innato, profundo y creciente de extrañar de ti,
tanto como la vida exija,
tanto como mi pecho soporte,
de esa explosión inminente del sentido perfecto
que ha de ser en mi el de beber de tus labios,
la dulce miel que conforma mis esperanzas.



Haces que la vida tenga colores, aromas y sentidos. Complejos que inundan mis días. Te amo con el alma María Teresa Valdés Silva