Desde mis pies e incluso más hondo,
hasta el infinito celeste que encumbra el universo.
Desde el big-bang
hasta el eterno resplandor de tus sueños.
Desde que la luz nace
hasta que se pierde el idilio.
Desde las caricias inéditas de una quimera alada
hasta el profundo rincón del patio de Poseidón.
Desde la vida misma
hasta el final de los bardos.
Desde el primer llanto de un niño
hasta la última razón de su ser.
Te amo desde el resucitar de mi consciencia,
hasta cuando la pierdo al sentir tu piel,
te amo desde el cabizbajo mundo de antaño
hasta el brote profundo de la primavera en flor.
Te amo desde la sordera de mis manos
hasta el filo inocente de mi amor,
desde que mis labios pronuncian tu nombre
hasta que mi memoria alberga presente,
la calidez de tu abrazo sin son.
Desde que los deseos fluyen
hasta que derrumban la voz inmortal.
Te amo con el alma, con la sed, con el sentido común y la locura compleja.
Te amo con el silencio que otorga y la razón para el no.
Te amo completa, en la voluntad de esa sonrisa,
hasta el respiro profundo que evoca, invariablemente,
el estremecimiento tremendo de toda mi simple existencia.
¿Te queda alguna duda? Te amo y es una verdad absoluta y total. María Teresa Valdés, eres toda para mi como yo soy todo para ti.
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