No gusto cuando callas,
por que inevitablemente te requiero presente,
y las sandalias de tu espíritu
llaman firmes mi ansias.
No me gustas cuando bailas,
si no es sobre mi pecho anudado,
tomando en cuenta mi mano en tu cintura
y mis labios recorriendo tu andar.
No me gustas alejada
pues de la vida de tu piel,
completa esencia relativa a mis manos,
los anhelos del espíritu divulgan alegres
el dominio eterno de aquel cuerpo de mi.
No me gustas cuando callas
porque espero oírte,
tomando la vida en tu sudor y en el mío,
rasgando la piel que muerdes y amas,
no me gustas si no gimes y agradeces mi tacto,
supliendo al mundo por compartir el deseo,
alabando el alma que amamos del otro.
Me gustas cuando gritas
pues tu placer no es abstracto,
tangible y puro, furioso y excitado,
y en aquel momento precioso
el amor fluye, por el mundo complejo
y en la fragilidad de nuestros labios.
Tu voz hace que mi alma y mi cuerpo vibren como una eterna sinfonía. Te adoro completita María Teresa Valdés Silva
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